Si no piensas venir, no digas que tal ves asistas













Mira estos valores, ¡mira estos valores! Nos vamos a pique, Shakira...
- Yo lo que llevas dentro no lo puedo ver, que no soy el Cordobés, pero tu ropa te delata. ¿Cómo hemos llegado a esto?
- Me alegra y me entristece que me lo preguntes, como cuando mi esposa me dijo que de todos mis amigos era el que más grande la tenía.
- Eso es bueno.
- La tenía. Pretérito.
- Eso es malo.
- Imperfecto.
- Eso es bueno: a las mujeres nos gustan los cachorritos heridos. A mí no, pero como soy mujer no tengo por qué decirte verdades como puños, porque los puños son para gente con la boca grande, de lo contrario no tendrían dónde guardarlos. 
- Sabias palabras, viniendo de un físico cuántico, pero no veo a nadie conectado para jugar online, ni tu título de física cuántica colgado por ninguna parte.
- Normal. Como auténtico dominador de las leyes de la física...
- No seas vulgar, no le pongas artículo antes.
-... puedo poner mi título en un plano que escape al Coyote y a tu percepción. Ajaque mate.
- No soy un gran fan del baloncesto, por mucho que haya una Caja Mágica, y eso me llevó a engaño. De hecho, confieso que me rompió el corazón, y no con una sierra de juguete del Telepizza, de cuando había club Telepizza, pero como el adolescente primerizo, yo me repuse y pude darle lo suyo a lo que verdaderamente importa: el papel.
- Estoy bautizado, pero me turba esto que has dicho, ¿te importaría ahondar en el tema?
- A mí no te me insinúes pedantemente, que no me van los jueguecitos esos. Si quieres te violo, pero nada más.
- ¡Venga!
- He cambiado de opinión, como Shakespeare de maquinilla de afeitar: irremediablemente.
- Yo también me pregunto cómo conseguía esa perilla en aquélla época...
- Quita eso, que me tapa el lápiz que tapa mi dedo de medir, lo verdaderamente impactante era Carlos García Hirschfeld y su pelo. Ese nivel de suavidad es de mente preclara y repite operación. 
- Sin duda, ¿un café?
- No, gracias.
- Pues nada, ya me lo pido yo solito. Si lo sé no te saco de prisión, porque, la verdad, no entiendo por qué tenemos que jugarnos las vidas de la mitad de la población de Manhattan, tu orgullo y mi placa en una hora y media, cuando podríamos haberte forzado en una sala de interrogatorio con la cámara estropeada.
- Porque el público lo quiere. Me quiere a mí, más que a Garfield, incluso.
- Eso son palabras mayores, hijo, como "Sintrón", 
- Cuando dices "mayores" pensaba en mayúsculas, pero el fallo es mío, por confíar en ti. Ahora déjame sólo, que tengo que pensar en cómo acabar con estos minirrizos y en el truco final que me hará ser recordado como el mejor de los magos.
- ¿Y mi propina?
- ¿En qué color te escribo que no creo en las propinas?
- En tinta invisible no, que no me quedan limones.
- ¡Qué pasa, artistas! ¿Justificando el texto? Yo soy un alma libre, un rebelde, de camiseta blanca, jeans remangados, flequillo impertérrito y un pueblo en blanco y negro del que me iré cuando no aguante más, así que ni lo sé ni me importa, ni sigo los consejos de la Liga Fantástica de los Vengadores de Word (LFVW). No intentes pronunciarlo, es imposible para una persona de una sola lengua, dijo mirando chinamente. Y, mientras Cazorla tiene 84 esta semana en el FIFA, dejadme que os ilumine con mi arca perdida. Pero no os dejéis engañar, no estaba perdida, es sólo que no sabía dónde la había puesto. 
- ¿Y dónde estaba?
- En la casa del Conde, y no vuelvas a interrumpirme cuando hago los alegatos finales, que luego la escena pasa de drama americano a realismo francés, y yo, películas en francés sin taxis, no, ¿eh?, no. 
El caso es que no contamos ni una semana desde la última entrada, pero es que estos niveles de estress, que me ves, cruzo la pared, me empujan a encerrarme en mi despacho hasta horas en las que ni Al Pacino me pide de subir al ático con la que a la postre sería mi hermana. En realidad no hay razón para preocuparse, porque ya se sabía que Star Wars no acabaría ahí, justo donde marqué con mi katana, y que nos apretarían así. La solución, lejos del ala oeste, está en mantener el ritmo, no pare, no pare, no, y alternarlo con descanso. Ah, el descanso... antes me acostaba con él día sí, noche también, pero esos eran los alocados tiempos de la camiseta de manga corta encima de la de manga larga. Se lo vi a Brad. No pude resistirme. Jennnifer, tampoco. Ganó Angelina. Hagan juego. Casino Royale es mucho mejor que las demás. 
Pero volvamos al origen como es debido, no como con el Hobbit, Peter: ¿recuerdas que te dije que empecé a dejarme bigote el día que me hice padre? Pues fue al revés. Lo que si sucedió tal y como conocí a vuestra madre fue la ardua negociación para conseguir el pisito en la playa al que este lunes me mudo. Claro que queda la rúbrica, pero el pertinente reconocimiento médico lo he pasado sin problemas, como se pudo ver en Antena 3, así que estamos confiantes de poder entrar y que todo vaya como la seda: a Asia.
Aparte de eso, el resto de nazis piensan que soy uno de ellos, y ya van dos guerras mundiales. No veo el momento de contárselo a Adolf, mi compañero de cuarto. Es algo rarito, pero le gusto, lo que lo convierte en uno más. Y esto es lo que le contaremos a los federales. ¿Lo ha entendido?
- Sip...
- ¡Buena suerte, Charlie!

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