No voy a decir que este queso esté pasado, pero haga el favor y tráigame algo con cebolla caramelizada.
- Pero, señor, si es un curado.
- Pues se le ven las cicatrices. ¡Que le corten la cabeza!
- Como comande el caballero con evidente pistola bajo el smoking.
- Tan evidente no es, ¿eh, chato? Tenme en cuenta y en la del Club de jugadores también, que he perdido un poco de peso con esto del spinning después de las misiones y antes de los ligues que no van más allá del segundo cero.
- ¿Va a querer recibo de todo esto?
- Hombre, es que yo creo que lo es de, así que cuídate, y lo digo por esas golfas a las que les entra el frío, salvando el veranito de San Miguel, patrocinado por Mahou y acompañado con una Cruzcampo en la sala Heineken, y te se acercan y te dicen que te quieren para siempre hasta las fotos del verano loco en Malta que viene.
- ¿Quiere contarme algo, señor?
- No sé de qué me estás hablando, pero voy a limpiarme las comisuras y voy a arrojar la servilleta después a sabiendas de que lo mejor estaba aún por llegar.
- Sabe que el chef mira apoyado en el marco de la puerta, desatendiendo los pedidos que su homólogo Ramsey se niega a abandonar a su suerte.
- Lo sé, por eso pongo morritos casi toda la película: para evitar que se note que bajo este culo de mármol de Carrara hay un niño que desea jugar con su palo y su aro.
- Es tanta la emoción contenida que casi desearía seguir junto al arroyo donde trabajaba hasta que mi hermano gemelo me financió ese melocotonazo de miedo que me llevó al Budha y los platós.
- Pero no seas tonto y cuéntame de qué iba tu inventazo, anda.
- Pues era sencillo pero útil, como todo lo que sale de un taller de alta costura: un brick de tomate que jamás salpicaba.
- ¡Qué valor! ¿Y qué te dijeron de las leyes de la física?
- Que podía violarlas lo que durase la patente, pero de dejarnos ver en público, nada.
- Todo un alivio para la señora Doubtfire.
- No se hace cargo. Voy a salir de plano para que nadie sospeche de que seré yo en la biblioteca con la llave inglesa, y así puede poner y al día al respetable, que parece que ya está borracho.
- ¡Qué pasa, artistas! ¿Iba yo de peregrina y me cogiste de la mano? Pues ni confirmo ni desmiento, que en las romerías me dejo la memoria en casa, no sea que me la roben. Reventó la semana de ese trabajo por el que hago pases de derecha con la cintura estrecha, y lo hizo a ritmo de cha-cha-cha, que es el nombre de mi nueva terminal, mitad autónoma, mitad posesiva y controladora.
El caso es que la empresa que padre nos legó me lleva más gomina de lo que pensaba, pero no hay problema, que ya he encargado por interfono que anulen todas mis citas de hoy. ¿Ayuda estar lesionado sin posibilidad real de jugar al futbol hasta enero? No, no lo hace, parece mentira que seas un genio con cuerpo de atleta y trabajo de bedel. De todas maneras, no hay por qué forzar y sacar ya la ropa de invierno, por mucho que el olor a piedra Pómez tiente, ni hay por qué sobredimensionar el conflicto del tiempo libre: claramente se pueden hacer cosas y descansar al mismo tiempo, que para eso están los seminarios.
En cuanto a las stock options de arreglar un encuentro de aquí a Navidades... me cuesta decir esto, pero tienes que despedir a Pómez, da mala imagen a la empresa, a pesar de lo bien que huele.
- ¿Y qué le digo? Tiene los ojos tan azules que me paralizo durante horas, y yo soy de ir al baño cada 30 minutos.- Pero, señor, si es un curado.
- Pues se le ven las cicatrices. ¡Que le corten la cabeza!
- Como comande el caballero con evidente pistola bajo el smoking.
- Tan evidente no es, ¿eh, chato? Tenme en cuenta y en la del Club de jugadores también, que he perdido un poco de peso con esto del spinning después de las misiones y antes de los ligues que no van más allá del segundo cero.
- ¿Va a querer recibo de todo esto?
- Hombre, es que yo creo que lo es de, así que cuídate, y lo digo por esas golfas a las que les entra el frío, salvando el veranito de San Miguel, patrocinado por Mahou y acompañado con una Cruzcampo en la sala Heineken, y te se acercan y te dicen que te quieren para siempre hasta las fotos del verano loco en Malta que viene.
- ¿Quiere contarme algo, señor?
- No sé de qué me estás hablando, pero voy a limpiarme las comisuras y voy a arrojar la servilleta después a sabiendas de que lo mejor estaba aún por llegar.
- Sabe que el chef mira apoyado en el marco de la puerta, desatendiendo los pedidos que su homólogo Ramsey se niega a abandonar a su suerte.
- Lo sé, por eso pongo morritos casi toda la película: para evitar que se note que bajo este culo de mármol de Carrara hay un niño que desea jugar con su palo y su aro.
- Es tanta la emoción contenida que casi desearía seguir junto al arroyo donde trabajaba hasta que mi hermano gemelo me financió ese melocotonazo de miedo que me llevó al Budha y los platós.
- Pero no seas tonto y cuéntame de qué iba tu inventazo, anda.
- Pues era sencillo pero útil, como todo lo que sale de un taller de alta costura: un brick de tomate que jamás salpicaba.
- ¡Qué valor! ¿Y qué te dijeron de las leyes de la física?
- Que podía violarlas lo que durase la patente, pero de dejarnos ver en público, nada.
- Todo un alivio para la señora Doubtfire.
- No se hace cargo. Voy a salir de plano para que nadie sospeche de que seré yo en la biblioteca con la llave inglesa, y así puede poner y al día al respetable, que parece que ya está borracho.
- ¡Qué pasa, artistas! ¿Iba yo de peregrina y me cogiste de la mano? Pues ni confirmo ni desmiento, que en las romerías me dejo la memoria en casa, no sea que me la roben. Reventó la semana de ese trabajo por el que hago pases de derecha con la cintura estrecha, y lo hizo a ritmo de cha-cha-cha, que es el nombre de mi nueva terminal, mitad autónoma, mitad posesiva y controladora.
El caso es que la empresa que padre nos legó me lleva más gomina de lo que pensaba, pero no hay problema, que ya he encargado por interfono que anulen todas mis citas de hoy. ¿Ayuda estar lesionado sin posibilidad real de jugar al futbol hasta enero? No, no lo hace, parece mentira que seas un genio con cuerpo de atleta y trabajo de bedel. De todas maneras, no hay por qué forzar y sacar ya la ropa de invierno, por mucho que el olor a piedra Pómez tiente, ni hay por qué sobredimensionar el conflicto del tiempo libre: claramente se pueden hacer cosas y descansar al mismo tiempo, que para eso están los seminarios.
En cuanto a las stock options de arreglar un encuentro de aquí a Navidades... me cuesta decir esto, pero tienes que despedir a Pómez, da mala imagen a la empresa, a pesar de lo bien que huele.
- Se nota que no retienes líquidos... Pues le dices que estoy muy liado levantando un emporio para que alguna mujer tan malvada como turgente me lo tire, y que, además, ya tenía el billete comprado y me sale más caro cambiarlo que perder nuestra amistad.
- ... antincendios. Creo que lo tengo todo. Voy para allá.
- Venga, vámonos.
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