En la vida, como en el deporte, hay que justificar los textos

Felipe Juan, por favor, adecéntese, que la investidura tendrá lugar en ocho horas. 
Eres el único que no me llama por mi nick, mi favorito de los Back Street Boys, aunque sólo en su primera etapa, en la que la tela vaquera abundaba en cada set y la posibilidad de un matrimonio múltiple y disconcertado con las Spice latía con fuerza en los corazones de las hoy secretarias y directivas, olvidadas por la última campaña de Pedro del Hierro.
Y ello le honra, excelencia, pero debe proceder a su acicalamiento, que esa piel fina y de tendencia grasa con la que Dios nos ha obsequiado será el foco de todas las miradas, y no podemos dejar nada al azar. Además, Nick se cortó el pelo y se casó, lo que es toda una lección de vida: cópiale la idea más brillante a tu competidor y añádele especias. Esa es la clave del éxito en un matrimonio con el borde relleno de queso. 
Todo al rojo. 
Me temo que hoy, no. Le he dejado unas polainas fresquitas en el radiador, que espero no arruine. Y ahora, si me disculpa, tengo quehaceres que atender y un fajín que sustituir. 
¿Te has leído mi email? 
No, pero prefiero contestarte que no he entendido una parte para que me lo recites entero en persona, las palomitas con 1/3 de sal y 2/3 de azúcar, y que todos los productos Milka estén ubicados en un mismo stand supermercadero, de lo contrario el ambiente familiar de esta boutique se resentirá y la casa derribaré. 
Qué troll… 
No en mi turno. 
Bueno, mira, no me da el pelo para trenza, así que no voy a ir, te pongas como te pongas. A ti te parecerá un problema del primer mundo, pero ni da para una viñeta, ni comprendo del todo la línea editorial de la cuenta de Instagram de Pedro J., de manera que te voy a exigir que el encargo se haga con 48 horas de antelación para poder hacértelo a salto de mata en los 10 minutos que tardo en despachar al cliente anterior y hacerme el remolón contigo. 
¡Esto es un abuso, Roman! Machacar el último botón de la chaqueta y todos los del mando no es una victoria digna en el Tekken, y Alatriste no es una película que merezca acabar con un plano en movimiento mal capturado, pero remangarse el pantalón corto no es de decoro, y mi bigote inglés me impide verbalizar lo que mi ceja expresa, de manera que todo este sentimiento se ahogará en una garganta quebrada por los años de haber callado que amaba al ama de llaves, porque es una golfa. Yo la quiero, pero es lo que es, y Kanye me entiende. 
Que sí, que sí, pero que cierres la puerta, que estás coartando mi libertad, invadiendo mi espacio, oprimiendo mi personalidad, sin queso de cabra y retardando mis tocamientos, y nada cambiará mi amor por ti, salvo una mala crítica en Tripadvisor, eso lo cambia todo, pero ahora quiero estar solo. 
Como quiera, amo Luke, pero le requiso el cuaderno de dibujos góticos y esa blusa de Zara tan vaporosa. 
Y a todos les encanta. ¡Qué pasa, artistas! ¿Sumidos en la frustración de no comprender la mecánica de la levadura? Hay un grado monísimo al efecto, no desesperéis. Yo os hablo desde mis nuevas gafas de ver, que tienen idéntica montura a las de sol, y merced a mi conexión 4G, porque Vodafone ha mejorado en lo infográfico y dado un paso atrás en terapia esta semana. ¿Merece ello una serie con Charlie Seen a la cabeza? Sólo Juanjo lo sabe y lo gana. 
El caso es que soy consciente de que tiempo ha que no os pongo y al corriente de mis desventuras. La excusa es apoteósica. Ver “WHAT THE DUCK? This is INSANE!” en Youtube. Patoaventuras aparte, me siento mejor que un ejecutivo que acaba de descubrir el squash como forma de olvidar sus escarceos amorosos sin protección. Mirada al horizonte mediante, abandono en próximas fechas la disciplina de S.H.I.E.L.D. para embarcarme en un spin-off que espero sea más exitoso que The Cleveland Show, y un proyecto también relacionado con IP de lo más suculento. El problema, Ben, es que Christian dejó el listón muy alto, y ni las especias no arreglan cualquier plato, ni el gimnasio te hará compensar tu defecto de carisma, compensado por tu falta de talento ante la cámara con tu barba detrás de ella. De igual modo, el asunto está en ciernes, pero aún no tengo el piso franco que me permitirá darme cuenta de que el topo era mi mentor.
Todo ha sucedido muy deprisa, como la madurez de Carlota Casiraghi, que tan pronto como vino, se fue, se fue, y quedó todo en un recuerdo, por lo que tengo que asimilar los acontecimientos para retratároslos con propiedad, aunque yo sea más de alquiler.
Fueraparte, preparo mi retorno al mundo de la cultura y mi asalto al camino, Conchita fuerte y repetitivamente presente, aunque para el otoño quede aún un especial de Vogue y muchos propósitos más liberadores que enviar el escrito habiéndolo leído con leche caliente y calma.
A la alegría de vivir, que es el son de compartir, sumo mi flamante bici nueva, aunque sin llama, porque mi peruano sólo volverá cuando tenga lugar el gran acontecimiento, y el reencuentro con mi musa, que está más cremosa que nunca y con menos calorías.
Para más información, no dejéis de contactar con mi agente, que ahora sí respeta la relación cobertura-tensión arterial y me pasa los mensajes conforme al color de las paredes iluminadas con el de mi estado de ánimo. Y ya veréis después de las reformas.

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