Ante todo, señores míos, no perdamos la calma. Es un hecho constatado que, llegada cierta edad, puede perderse buena parte de la noción de juventud, con lo que puede incurrirse en conductas cuasi-adolescentes. Es lo que llamamos: la crisis de los 50.
Brand new Cars; Affaires con la (tan respetada profesión de) secretaria; la vuelta al mundo en 80 días; hacerse con una familia nueva sin tirar, siquiera, la anterior a reciclar,... son sólo algunas de las medidas más comunes adoptadas a estos efectos. Se ve que uno echa la vista atrás y no está conforme con lo vivido, o que ha hecho el test de la muerte y no le ha ido muy bien, con que apura los últimos tragos de vida. Señor, lo que hay q ver...
- Ya, pero es que, perdone que le interrumpa, mi pater supera sobradamente los 50.
- Ah. Pues eso no me lo habían dicho... Al calabozo con él. Y el padre también.
Esto se nos escapa de las manos, Maloy.
El chiquillo está confuso, es normal. Su guía y referente resulta ser un sociata. ¿Hay algo peor? No lo creo. Dios... Debería estar enseñándole a afeitarse todo menos el bigote, que te garantiza el matrimonio; a sentarse en el sillón y dar buenos consejos; a fumar en pipa. Pero todo se ha ido al traste (ror). ¿Qué será lo próximo? ¿Economía de subsistencia? ¿Patillas hasta la mandíbula? ¿Todos con todos? No, eso fue lo de la encuesta de la semana pasada.
- Ya, bueno. ¿Y qué hacemos los demás si descubrimos que nuestro padre es comunista, señor?
- Jod**, pues ¿qué va hacer? Llamar al médico y al párroco. Ellos se encargarán de curarle el transtorno.
- Creo que se dice trastorno.
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