A Melendi le faltan 6 créditos para acabar la carrera

Devórame otra vez, devórame otra vez... Creo que es una buena forma de abrir el discurso de investidura: ni muy serio, ni muy informal. Es lo que tiene el buen gusto, que los demás lo disfrutan y yo disfruto su disfrute, y, si son generosos, la cosa rebota infinitamente. ¡Qué pasa, artistas! Comenzó la reclusión y lo hizo a pesar de la cantidad de eventos Tuenti para este mes y de que el Conde de MonteCristo juró que no volvería a hacerlo, pero lo ha hecho: Asterix y Obelix tienen nueva entrega. Por mi parte, la cosa se presenta de 9 a 8 con la silla cóncava, porque a mí el culo no se me aplana, y todas las posuras de mi book para conquistar como sin querer a las muchachas que ven en mí un referente espiritual y un chulazo. La culpa no es mía, sino de mi piso, que pilla a medio camino de la biblioteca y el gimnasio, aunque yo no vaya a ninguno de los dos.
- Eso es mentira y me pido delante.
- Sólo porque hace 10 años te rompiera el corazón y me sienta culpable no tienes derecho a irrumpir en la ceremonia, que hay gente aguantando la respiración para no descuadrar el vestido.
- No me importa lo de fuera.
- Plátano es, ¿eh? Me parece estupendo, pero ahora tengo que atender a los inversores extranjeros, que las vírgenes ya son cosa muy rara.
- A veces temo por tu falta de moral.
- Sí que la tengo, lo que pasa es que no sé dónde la he puesto.
- Míralo, cínico y cirenaico que se crece ante su público. Pues que sepas que esto no es como en Isi Disi 2.
- Nada lo es.
- Todo el cine español, sí.
- Para esto no me pido menú.
- Ya, ¿y qué hay de lo de meterte a becario?
- Ya sabes que de sexo no hablo.