Mi propio Emporio

Os voy a contar una cosa como lo hacen los padres conservadores con bigote: con una historia.
Estaba yo el otro día pululando por según que calles, cuando, fruto de dejar vagar la mente a sus anchas, me topé con un pensamiento. Él, que no tenía mala pinta, me saludó como quien me ha visto tantas veces. Al segundo de asombro le sucedió la reacción bombeada por mi enorme inteligencia emocional, con lo que le devolví el saludo.
Cada uno siguió su camino, como si tal cosa. Evidentemente él sabía que aunque breve, su visita me marcaría, por lo que empiezo a pensar que era ella y no él. Al darse la vuelta lo miré de arriba a abajo y a las dos calles aún pensaba en ella: ¿dónde está la originalidad?
Bien. Pues hoy sigo dándole vueltas y sólo se me ocurre una cosa. Reafirmarme mediante un estilo propio con piercings, calentadores y tal no obedece a la etapa vital en la que me ubico. Un Myspace, Tuenti o Facebook me sabe a poco. El blog. Sí, el blog está bien, pero ya. Así que me dije: ya está, fundo mi propio Emporio.
La cosa no es tan fácil como parece:
El diccionario no me ayuda mucho. Todas sus acepciones se ciñen a lo netamente comercial. ¿Y que hay de lo humano? ¿Dónde quedan el glamour, las fiestas con mini Moët & Chandon, los reportajes en plan íntimo, las obras benéficas y los chismes? Pues eso.
Así que me fui a la agenda. A Giorgio me daba un nosetequetediga después de lo de la última vez. Mira, hay gente que no tiene buen beber y no se da cuenta. Yo lo respeto, pero no es sostenible.
Donatella está de vuelta de todo y sólo quiere jovencitos que compensen una vida de sacrificios.
Valetino, idem.
Total, que me he dado cuenta de que estoy solo en esto. Vivimos como soñamos, solos. Esta frase no es mía, a pesar de lo profundo. A lo que vamos. ¡Los pasos!:
  1. El nombre. El nombre tiene que ser un pelotazo. Ha de sonar elegante, pegadizo, vivo, fino y,si puede ser italiano, mejor. De momento yo me quedo con el mío, que luego es un lío con las cuentas del Messenger y eso.
  2. La musa. No hay Emporio que se precie sin una flacucha afrancesada con personalidad arrolladora, preferiblemente con su apogeo sito entre los 50 y los 60. Yo no voy a ser menos, así que me pido a la mujer de Riniero, Grace Kelly.
  3. El perfume. ¿A qué huele el éxito? Pues a Fleur d'Homme, mi nueva fragancia. Para ella. Para él. ¿Habeis visto lo transgresor que soy al incluir la palabra "hombre" en un perfume con un segmento de mercado de ambos sexo? Ellos querrán oler así. Ellas querrán atizar el fuego de la pasión que un misterioso desconocido encendió y del que sólo saben una cosa: olía a Fleur d'Homme.
  4. El pasado truculento. Importantísima la niñez/adolescencia traumática, ya sea por ser el marginado de clase, violencia en cualquier ámbito, incomprensión del padre defraudado y/o muerte de la figura cuasivirginal, que suponía una bocanada de aire caliente en medio del invierno que era mi vida, esto es, la madre. ¿Por qué? Porque todo ello me genera un dolor que alimenta mi arte.
  5. El estilo revolucionario. Antes de llegar yo, la firma, a la postre puntera, se encontraba sumida en una crisis identitaria, fruto, también, de la depresión en el sector. Luego llego yo y lo cambio todo, porque introduzco un paradigma nuevo y a los 25 ya ocupo la dirección creativa y soy el apadrinado del mandamás. Después nada será igual.
  6. El escándalo. En la vorágine de fiestas, colecciones, promociones, descubrimientos y demás se produce la catarsis. Los cimientos de mi Emporio se sacuden por un tema muy sórdido. Por supuesto esto concierne a prensa que malmete, filtraciones en el juicio presuntamente sumario, contubernios, pérdida de contratos, mis amigos me dan la espalda y fotos de mí con gafas de sol a la salida de la sede central y mi bulldog francés en brazos, rodeados por los fotógrafos.
  7. Los amigos importantes, las personalidades. Paul Newman, El Presidente Ford, Audrey Hepburn, Muhhamad Alí, Nacho Duato,... son algunos de mis más acérrimos admiradores. Yo tengo la casa de la Toscana llenísima de fotos mías con ellos haciendo de todo. Además ellos son los primeros en llamarme cuando estoy depre. Un detallazo.
  8. El vacío de poder. Mediado el otoño de mi carrera aparecen rumores sobre mis posibles herederos, ninguno de ellos a la altura. Se especula con las razones que pueden llevarme a prolongar unos años mi retirada, pero, tras 30 años en la cima, cuelgo la aguja.

Y ya está. Con todo lo dicho ya lo tengo. Muchos de lo términos son metafóricos, con lo que no me limito al sector textil, ojo. No obstante yo, sí. Tiraría por ahí.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

A ti, querido amigo:

He de agradecerte que hayas decidido visitar mi Blog (no cabe duda de que tienes un gusto exquisito). Y si en realidad has tropezado y caído aquí, o sólo has entrado para ver cómo se salía, te invito a que te des una vuelta. Aunque recuerda: se toca, pero no se mira.

El Consultorio de César

Aquí tenéis la cuenta de correo a la que podéis dirigiros para las dudas, sugerencias e insinuaciones. Usadlo con moderación: soycesarpaul@gmail.com