Zapatos

En ocasiones puedes oír que se emplea decálogo de forma impropia. A la compilación enumerada de cosas que no llegue o exceda de diez también puede llamárselo decálogo y ello amén de la segunda acepción recogida en el diccionario de la RAE.
Del debate de si la evolución del lenguaje es su vulgarización y de si los arcaísmos son, también, un vulgarismo, con lo que nos encontraríamos en un bucle evolutivo, nos ocuparemos en otro momento. Ahora vamos con asuntos menos banales: los zapatos.
Si, amigos. Los zapatos son ese complemento harto olvidado. La guinda al estilo lo ponen los protectores de quienes nos mantienen erguidos y, sin embargo, se marginan. Nadie te mira a los pies mientras te habla y, si lo hace, no te fíes de él. Pero ésto ya te lo habrá dicho tu madre así que atiende a lo que el gobierno, en aquiescencia con tu progenitora, no quiso que supieras.
Marcas las hay a patadas, como diseños y estilos. No obstante hay una máxima que prima: unos buenos zapatos saltan cuando los ves. Están ahí, confundidos entre los demás. Tan dignos. Sabedores de que se bastan para llamar tu atención y acabar en tu armario.
Como futbolista aprecio sobremanera a quienes visten bien, empezando por los pies. Por eso perdono los excesos y las carencias en el vestir si se suplen con un buen calzado.
Hoy me he decidido a buscar los zapatos de mi vida. Por supuesto, puede que los haya visto, pero no he podido aguantarles la mirada. Mínimo 150€. En un muestrario de 40 tipos me iba directito por los más caros. Sin saberlo. Y es que resulta que el niño tiene buen gusto y el buen gusto es caro.
Total que he encontrado una ganga: buena piel (también en la suela), negros, con 2 hebillas. Estilizado, pero con punta redondeada, que no redonda. Son cómodos y bonitos, cualidades raramente reconciliables. El precio ronda los 80€. Lo sé.
Dos incisos:
  1. Qué es un muestrario. Puede que los coolhunter estén hartos, incluso hastiados, del término y de lo que nominan, pero los demás no tienen por qué conocerlo. Muestrarios son tiendas con colecciones de temporadas pasadas, remitidas desde las zapaterías. Los precios suelen ser muy suculentos. Lo malo es el tema de los números. Si lo encuentras, viva. Si no, lástima.
  2. Dónde están estos muestrarios. Se localizan en toda la ciudad, pero yo me he centrado en los de la calle Augusto Figueroa (Chueca).
Dicho lo cual he de recordar que, para los que se inician en el mundo del calzado no casual, tratamos dos tipos de zapatos: los de pelea y los de fiesta. Los primeros son los de diario. La elegancia no entiende de calendarios, pero el bolsillo, sí. Optar por un modelo más resistente no implica renunciar al estilo. Basta con decantarse por un color que haga menos vistosa la arruga de la pisada, por ejemplo.
Los de fiesta son aquellos con los que puedes hacer un exceso, porque la calidad puede que no sea lo mejor, pero el diseño...¡ay, amigo! La belleza duele es la expresión que mejor recoge este sentimiento. ¡Ojo! Que la nomenclatura no os engañe. En este género no se incluyen las tropelías que se pone la muchachada cuando va al Speak Easy o a la Chocita Sueca. Eso es y será porquería. Quiero que se den por aludidos los seguidores acérrimos de los "chúpame la punta", también conocidos como zapatos del este.
En el punto del origen he de ponerme patriótico, por pragmatismo y por lógica. Los zapatos españoles son muy buenos. Atended aquí que a mí no me oireis decir esto de muchas cosas. Los italianos no cojéan. Los ingleses son más notorios por el diseño. Los franceses...son franceses. Y los chinos son muy buena gente.
Por último la regla de oro. Hablamos de ropa, con que lo principal es que te esté. El consejo de la semana versa sobre los trajes, pero es extensible a los zapatos. Unos Boss tienen mucho nombre, pero no tienen por qué cuadrarte. Barrat es una marca célebre, pero puede que tengas el pie y ancho y no te favorezcan. Y así sucesoriamente.
Y para acabar una canción: Son las sinco en la mañana y yo no he dormido nada. Pensando en tus carisias yo no podia parar [...]



1 comentarios:

  1. Querido Cesar Paul:
    Para facilitar las cosas, acabemos bailando esta canción sin zapatos! incluso sin ropa! así desaparecerían los posibles problemas de estilismo...

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A ti, querido amigo:

He de agradecerte que hayas decidido visitar mi Blog (no cabe duda de que tienes un gusto exquisito). Y si en realidad has tropezado y caído aquí, o sólo has entrado para ver cómo se salía, te invito a que te des una vuelta. Aunque recuerda: se toca, pero no se mira.

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