Ay, este caballo es indómito, llévatelo.
- Como ordene, señor.
- Soy Daddy Yankee, como pone en mi gorra, así que acaba la frase con un "papito" o desconcertarás a los espías.
- ¿Sospecha de una conspiración contra su persona?
- ...
- ¿...papito?
- Gracias, es que si no me iba a morir, porque aquí no vale lo de las cinco marcas de leche. ¿Cómo te quedas?
- Muerta, papito.
- Ten un terrón de azúcar, sé que lo apreciarás tú más que el equino. Puede que mis gogos despisten al ojo inexperto, pero mis letras traslucen una sensibilidad propia de un poeta o un homosexual no reprimido, cosa que no ha pasado desapercibida para Patrick Bateman.
- Qué asco, era de azúcar moreno...
- ¿No te gusta?
- Soy más de Antonio Orozco, papito.
- Tampoco hace falta que sobrecarges, siervo número 12, y hazme caso de lo que te digo que no se llega a triple disco de platino sin saber de todo.
- No sabía que lo tenía.
- Y no lo tengo, pero fui el asesor de Julio Iglesias muchos años. Sexualmente, ¿sabes lo que te quiero decir?
- Claro.
- Pues no lo es tanto, que el mensaje está entre lineas, como en las películas de Disney.
- Pues no sabiendo leer me va a ser dificil, ¿me lo canta?
- Otro día, que tengo a la directora de mi club de fanes esperando carpeta en pecho para que le cuente qué se tercia de nuevo.
- Dale, papito.
- Si es que no hay estamento que se resista a la cultura. ¡Qué pasa, artistas! ¿Ventilando con la calefacción encencida? Que no me entere yo. Pasó la tormenta y, aunque tenía unas curvas de padre y muy señor mío, sobrevivimos al embate y mañana sabremos si con mejor o peor suerte. Os comento: negro para una boda de día, no. Con esto tendríamos para completar todos los créditos que me piden para subir a la montaña rusa, con que, si en la jornada que viene todo va bien, estaréis leyendo a un licenciado por partida doble: por delante y por detrás. ¿Hace eso subir mi cotización? Qué preguntas... La mía sube sin control día a día, como la calidad de Lidl.
¿Qué se viene ahora? Pues estoy harto de responder a esto, así que me voy a plegar al consejo de mi representante, que es otro que mi manager, y voy a concederle la entrevista a Vanity Fair con unos vaqueros y una camisa en mi casa de retiro del Tirol. Tendré que bajar al mercado en jet, que sólo tiene dos canciones potables, porque no tengo ni piscolabis ni nada, y yo no soy mal anfitrión. Puede que vulnere derechos fundamentales o que me haya dejado la luz del pasillo encendida, pero no soy un mal anfitrión.
Y dicho lo cual os dejo en compañía de...
- Luis Miguel.
- Eso. El chaval promete, aunque creo que la dentadura tan blanca y sin oro es una horterada, claro que es una impresión muy personal.
- Como ordene, señor.
- Soy Daddy Yankee, como pone en mi gorra, así que acaba la frase con un "papito" o desconcertarás a los espías.
- ¿Sospecha de una conspiración contra su persona?
- ...
- ¿...papito?
- Gracias, es que si no me iba a morir, porque aquí no vale lo de las cinco marcas de leche. ¿Cómo te quedas?
- Muerta, papito.
- Ten un terrón de azúcar, sé que lo apreciarás tú más que el equino. Puede que mis gogos despisten al ojo inexperto, pero mis letras traslucen una sensibilidad propia de un poeta o un homosexual no reprimido, cosa que no ha pasado desapercibida para Patrick Bateman.
- Qué asco, era de azúcar moreno...
- ¿No te gusta?
- Soy más de Antonio Orozco, papito.
- Tampoco hace falta que sobrecarges, siervo número 12, y hazme caso de lo que te digo que no se llega a triple disco de platino sin saber de todo.
- No sabía que lo tenía.
- Y no lo tengo, pero fui el asesor de Julio Iglesias muchos años. Sexualmente, ¿sabes lo que te quiero decir?
- Claro.
- Pues no lo es tanto, que el mensaje está entre lineas, como en las películas de Disney.
- Pues no sabiendo leer me va a ser dificil, ¿me lo canta?
- Otro día, que tengo a la directora de mi club de fanes esperando carpeta en pecho para que le cuente qué se tercia de nuevo.
- Dale, papito.
- Si es que no hay estamento que se resista a la cultura. ¡Qué pasa, artistas! ¿Ventilando con la calefacción encencida? Que no me entere yo. Pasó la tormenta y, aunque tenía unas curvas de padre y muy señor mío, sobrevivimos al embate y mañana sabremos si con mejor o peor suerte. Os comento: negro para una boda de día, no. Con esto tendríamos para completar todos los créditos que me piden para subir a la montaña rusa, con que, si en la jornada que viene todo va bien, estaréis leyendo a un licenciado por partida doble: por delante y por detrás. ¿Hace eso subir mi cotización? Qué preguntas... La mía sube sin control día a día, como la calidad de Lidl.
¿Qué se viene ahora? Pues estoy harto de responder a esto, así que me voy a plegar al consejo de mi representante, que es otro que mi manager, y voy a concederle la entrevista a Vanity Fair con unos vaqueros y una camisa en mi casa de retiro del Tirol. Tendré que bajar al mercado en jet, que sólo tiene dos canciones potables, porque no tengo ni piscolabis ni nada, y yo no soy mal anfitrión. Puede que vulnere derechos fundamentales o que me haya dejado la luz del pasillo encendida, pero no soy un mal anfitrión.
Y dicho lo cual os dejo en compañía de...
- Luis Miguel.
- Eso. El chaval promete, aunque creo que la dentadura tan blanca y sin oro es una horterada, claro que es una impresión muy personal.
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