Soy más de Nike que de Kipsta

¿Se puede saber qué estás haciendo que no estás en ventanilla? Hay una cola de patentadores que llega hasta la segunda marca del suelo. ¡La segunda!
- Perdóneme, Herr Fe, es que estaba yo aquí con mis proyectos de unas peonzas que giran solas y se derriban unas a otras. Estoy pensando en ponerles colores chillones, cuando se invente el color, claro.
- Si me parece estupendo, hijo, pero en esta oficina tenemos un prestige que mantener, y tus pelos no ayudan, por mucho que sepas unos rompecabezas que hacen las delicias de transehuntes y empleados.
- Bueno, eso de que les gusta es relativo.
- Pero, querido, para ti todo lo es.
- Cuando se acaba la leche y el brick sigue en la nevera, no.
- Ya. Eso me recuerda que tiene que venir el fontanero, que han raptado a la princesa, así que, si no te importa, te vas a casa a esperarlo, que vendrá de 9 a 22, en horario formato 24 horas.
- Le agradezco el detalle, supervisor, pero yo lo que realmente quiero es cantar. Me han salido algunos bolos para intentar conquistar el corazón de los alemanes y, ¿quién sabe? a lo mejor soy el viejo Tokyo Hotel. Sea como fuere yo quiero de intentarlo, que, a punto de cumplir los 50 y ya que no vamos a salir, que se ve que éstos están cansaos, pues no veo mejor momento para entrar al portal sin tocar la puerta.
- Hazme el favor de no perseguir tus sueños en horario de trabajo, que no quiero tener que llamar a Hermano mayor, ¿eh?
- A mi no me amenaces... Si lo vas a llamar, llámalo, pero ya sabes que es tu matrimonio descompuesto y mi tremenda sensibilidad los que provocan mi comportamiento nini, aunque, en realidad, escriba poemas entre porro y porro.
- Estoy más harto de ti que las mascotas de Bear Grills, te voy a dar el día libre, que en inglés es el día apagado, para que te ordenes las ideas, y, cuando sepas qué es lo que realmente quieres, vuelves de tronista y te hacemos un video a camara lenta con tus mejores momentos, ¿quieres?
- ¿Y un Happy Meal?
- Y un Happy Meal, que has corrido 10 minutos en cinta y te lo puedes permitir.
- ¿Me puedo ir ya a mi habitación? Es que me he dejado el chat del Tuenti abierto y a saber la de planazos de a 3 metros sobre el cielo que me estoy perdiendo.
- ¿Le has dicho a los pedestrians cómo te va?
- No.
- Pues andando, que es gerundio.
- ¡Qué pasa, artistas! ¿Sopesando ser ambidiestros para futuros crímenes imperfectos? Cómo me gusta que hayáis salido a vuestra madre en lo de ser previsores. Lo de manirrotos os viene por mi rama, que es más díscola que Charlie Sheen. Ya se viene el fin de una era, y no lo digo como modisto, sino como cohabitante que abandona el village, que en las Rozas tiene descuentazos a cambio de ir con cosas de temporadas pasadas, al atardecer con poco más que lo puesto y lo vivido. ¿Cómo puedo hacer para estar tan marcado como el chico del video de Teenage dream?, me decía un coreógrafo. Y a ti que más te da, si a las chicas de verdad no les gusta eso.
- Tengo aquí un contrato firmado en una servilleta entre Panrico y tú. ¿Qué tienes que decir a eso?
- Que mi comentario anterior no tiene nada que ver con el millón de euros adicional en la cuenta a nombre de mi perro, como Panrico con las grasas saturadas.
- ¿Llevas el tiempo de la pasta? Mira que yo la quiero aldente.
- Sí, sí, pero ¿qué dice Enrique Inglesias?
- Que esta noche te va a hacer de todo, en la versión explícita, claro.
- Pues sigo con lo mío. Ayer estuve en casa del padrino, que me citó en persona, porque no tenía saldo. Estaba preocupado por mi futuro, por la posibilidad de ser un viva la vida, que no se escribe todo junto. Pero, ¿qué hace el gato aquí?, le dije indignado, porque sabe que no le trago después de lo que me hizo en el último derby. El experimentado orador que hay en él esquivó el tema y siguió con la reprimenda preventiva, que acabó sin el legado adelantado que yo esperaba. ¿Me he resentido por ello de mi lesión? Nada más lejos, sólo guardo reposo por cautela. ¿Seguiré adelante con mi plan de conquistar el mundo? En cuanto me acabe la tortilla francesa.

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