Hay que batir bien para que la tortilla suba

A la iglesia no voy porque estoy cojo, pero a la taberna, sí, poco a poco.

Cómo me gustan los refranes. Son casi como un Magnum en una puesta de sol.

Ya sabéis que antiguamente el refranero era el lenguaje de la gente de baja estirpe, que no inculta. Pasa que hoy en día, con la difuminación de clases ya no sirve para identificar el origen, máxime cuando siendo como son expresiones cuasiarcaicas son más conocidas por gente de cultura y nuestros mayores.

Por lo visto yo tenía una tía-abuela que empalmaba un refrán con otro. Así, en su casa, se dirigían unos a otros con dichos. Un ejemplo:

Conversación normal:

- Oye, que me voy por ahí de guateque, ¿podrías dejarme el coche?

- Mmmm... Es que siempre me estás pidiendo cosas, coña.

- Ay, venga, que no te cuesta nada. Que tu estás ocupada con tu labor.

- Mira, chiqui, no te pongas así porque entonces sí que no te lo dejo, ¿estamos?

- Tía, que perraca eres... Anda que no te habré dejado yo mazo de cosas que ahora no macuerdo, pero sabes que sí.

- Ya, bueno, pero no es lo mismo. A más, no me gusta que frecuentes esas compañías, que van a lo que van.

Cuántos no os habréis sentido identificados. Vámonos con la versión que, siendo también del siglo XVIII, cuadra más con el tema:

- Para la primera frase no he encontrado apaño.

- Al vicio de pedir, la virtud de no dar.

- Agua que no has de beber, déjala correr.

- No muerdas la mano que te da de comer.

- Arrieros somos y en el camino nos encontraremos.

- ¿Ah, sí? Atiende a la ristra: Qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno. Dime con quién vas y te diré quién eres. De noche todos lo gatos son pardos.

Qué bonito. Cómo se parlamentaba...¿Sí? Tenemos una última hora. Me dicen que si tienes un amigo que se te casa así como sin venir a cuento exclamemos: A ver si éste no se casa por el sindicato de las prisas...

Se usa para cuando el penalty deviene en ayuntamiento.

Y para acabar uno de propina: usted es puro tilín tilín y nada de paletas.