¿Somos lo que comemos?

Ehhhhh. Mi madre me solía decir que los bolsillos son para meter cosas y las manos no son cosas. La sabiduría de una madre no tiene techo. La mía, tampoco. El saber no ocupa lugar y la sabrosura, menos. El alcohol, como algunos detergentes, tiene buena pinta, pero no conviene bebérselo. Dicho lo cual he de invitaros a que salgáis de la sombra. Liberaos de las cadenas que os impiden conocer el sol más allá de su mero reflejo en la pared (ésta es una sutil referencia al mito de la caverna). Vamos que no me firméis como anónimos, porque entonces no puedo tener tan en cuenta los comentarios. Luego querréis protagonismo, pero claro, si no ponéis de vuestra parte... Yo ya no puedo hacer más. ¡Yo ya no puedo hacer más! ¡Dios!
Estaré en mi camerino.

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He de agradecerte que hayas decidido visitar mi Blog (no cabe duda de que tienes un gusto exquisito). Y si en realidad has tropezado y caído aquí, o sólo has entrado para ver cómo se salía, te invito a que te des una vuelta. Aunque recuerda: se toca, pero no se mira.

El Consultorio de César

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