Tú bailas bien, pero te pegas mucho, mi hija

¿Os habéis dado cuenta de que Californication es como forniquéo con calimotxo en inglés? Yo tampoco, pero mi intelecto superior, sí.
¡Qué pasa, turistas! ¿Cómo va el puente? El mío es-tu-pen-do. Las sentencias del TC, que son a la jurisprudencia lo que el Don Perignon a los caldos, se me apilan a la izquierda sin que nada ni nadie lo remedie. El tedio se acumula en mi frente y parte de los párpados. Se sacude a veces cuando chasqueo la lengua, cosa que no hago a menudo porque me pone nervioso. And round and round.
Y en momentos así, ¿sabéis lo que hago para evadirme? Pues tomarme una buena Pepsi y pensar en mi musa. Oh, mi musa. Sí, he dicho bien, MI musa. Puede que inspire a otros a ser mejor persona, pero eso no quiero pensarlo. Prefiero creerla exclusivamente mía. Que cuando sonríe y abre lentamente los ojos y mira a cámara lo hace por mí. ¿Qué la hace especial? Que dibuja sentimientos. Eso hace. Es sinergética. Provoca emociones. Inspira. La energía acumulada en el resto del cuerpo se somete al efecto centrípeto en torno al corazón. Sin ella todo ese potencial se redirige al suelo, actos reflejos, más horas de consciencia, distracción al leer y, por supuesto, al vacío.
Es guapa, pero guapa de espíritu. No de las de su tiempo. Sobreviviría su personalidad en cualquier época y tendría igual reconocimiento entre quienes se atrevieran a prestarla atención, claro.
Juguetona, sabe de sus encantos y no abusa de ellos. Al halagador lo despacha con una sonrisa. Él se irá contento, pero, por una extraña razón, no volverá por esos fueros.
Ríe con frecuencia, tanto como altera su ánimo. Y es enfadada como está más guapa. Frunce el ceño y arruga el morro. Exige su premio y ¿se lo vas a negar? No podrías. La niña refunfuñona no te dejará o más bien algo dentro de ti no lo hará. Se lo darás y, con suerte, te abrazará y ya no querrás que nada cambie jamás. El amor por una personita de pelo lacio, cinturita de avispa y cuerpo menudo y terso no te abandonará. Porque tiene historias de lo más curiosas que resume en cuatro palabras como si tal cosa. Porque entiende la vida y te hace entenderla.
¿Quién te iba a decir que la chiquilla que pasó desapercibida entre la muchedumbre te cautivaría? Lo hizo como sin querer, como se hacen las gracias de verdad. Su conquista es lenta e inevitable. Y, con todo, no es una personalidad extrema. La amarás o no. Puede que la odies o que caigas en cualquier estadio intermedio, da igual. El caso es que te vendrá a la mente y se irá. Formará parte de tu universo sin que te cuestiones si estaba antes ahí. Asumirás su existencia y comprenderás que el mundo es perfecto. La creación no tiene fallos porque ella es.
A mí me alegra el día y el corazón.

1 comentarios:

 

A ti, querido amigo:

He de agradecerte que hayas decidido visitar mi Blog (no cabe duda de que tienes un gusto exquisito). Y si en realidad has tropezado y caído aquí, o sólo has entrado para ver cómo se salía, te invito a que te des una vuelta. Aunque recuerda: se toca, pero no se mira.

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