El engaño de la primavera.
“Los chicos con las chicas deben estar, las chicas con los chicos deben vivir y estando todos juntos deben cantar”. No les faltaba razón a Los Bravos (que nombre más ibérico por cierto, como el buen jamón). Pero pese a todo el peso de su argumento, peca de deontológico (lo sé, os habéis quedao’ con el culo torcido con la palabreja). Tranquilos.
Los chicos con las chicas deben estar. Los Bravos nos dicen lo que debe ser, pero no lo que es. La naturaleza, lo que es de toda la vida de Dios, no es esa. La realidad es más cruel, las relaciones entre los dos sexos de la especie humana son harto difíciles y complejas. El estado de naturaleza es la soltería, y esta es una tierra pos apocalíptica, baldía y sin ley (Barney Stinson dixit). Allí todo es lucha masculina e indirecta femenina constante, diaria. Por ello, ambos géneros, no se sabe el porqué a ciencia cierta, en algún momento de la Historia, llegaron a un pacto: dejar claro, con señales externas, cuando hay interés por el otro sexo (o el propio).
Sin embargo, ese pacto no es eterno, es más, se caracteriza por su inconsistencia y por ser roto cada año durante los meses primaverales y los estivales. Durante el otoño y todo el invierno, el pacto es estable: más o menos cada una de las partes conoce cuando la otra muestra cierto interés o busca despertar el de la otra. A modo de ejemplo: algunos hombres dejan de afeitarse o se dejan el pelo largo para protegerse del frío invernal, pero si consideran el ligar, se afeitarán y cortarán el cabello; y una mujer, si no tiene interés alguno y también para protegerse del frío, dejan de depilarse, total, si me pongo falda será con leotardos: los pelos no se ven; pero si pretenden ligar, se rasuran. Es sólo un ejemplo, pero hay cientos.
Con lo cual, la regla es la siguiente: si hay interés en otoño/invierno, aun cuando hace frío, ambas partes gustan de mostrar su género. Pero en primavera/verano el pacto se rompe: hay partes que pese a tener intereses en las otras durante el otoño/invierno, nada muestran de su género. Son aquellas partes que en invierno carecían de interés para las otras, pues aquellas nada mostraban a estas. De repente lo muestran todo, destapando el engaño hacia los otros, que de haber sabido del género, hubiesen mostrado real interés, teniendo mucho tiempo para el cortejo. Pero como eso no fue posible, es muy burdo y descarado que los otros muestren repentino interés. En definitiva, ¡¿por qué en primavera/verano estáis tan buenas?!
Todo sin acritud y desde el respeto.
“Los chicos con las chicas deben estar, las chicas con los chicos deben vivir y estando todos juntos deben cantar”. No les faltaba razón a Los Bravos (que nombre más ibérico por cierto, como el buen jamón). Pero pese a todo el peso de su argumento, peca de deontológico (lo sé, os habéis quedao’ con el culo torcido con la palabreja). Tranquilos.
Los chicos con las chicas deben estar. Los Bravos nos dicen lo que debe ser, pero no lo que es. La naturaleza, lo que es de toda la vida de Dios, no es esa. La realidad es más cruel, las relaciones entre los dos sexos de la especie humana son harto difíciles y complejas. El estado de naturaleza es la soltería, y esta es una tierra pos apocalíptica, baldía y sin ley (Barney Stinson dixit). Allí todo es lucha masculina e indirecta femenina constante, diaria. Por ello, ambos géneros, no se sabe el porqué a ciencia cierta, en algún momento de la Historia, llegaron a un pacto: dejar claro, con señales externas, cuando hay interés por el otro sexo (o el propio).
Sin embargo, ese pacto no es eterno, es más, se caracteriza por su inconsistencia y por ser roto cada año durante los meses primaverales y los estivales. Durante el otoño y todo el invierno, el pacto es estable: más o menos cada una de las partes conoce cuando la otra muestra cierto interés o busca despertar el de la otra. A modo de ejemplo: algunos hombres dejan de afeitarse o se dejan el pelo largo para protegerse del frío invernal, pero si consideran el ligar, se afeitarán y cortarán el cabello; y una mujer, si no tiene interés alguno y también para protegerse del frío, dejan de depilarse, total, si me pongo falda será con leotardos: los pelos no se ven; pero si pretenden ligar, se rasuran. Es sólo un ejemplo, pero hay cientos.
Con lo cual, la regla es la siguiente: si hay interés en otoño/invierno, aun cuando hace frío, ambas partes gustan de mostrar su género. Pero en primavera/verano el pacto se rompe: hay partes que pese a tener intereses en las otras durante el otoño/invierno, nada muestran de su género. Son aquellas partes que en invierno carecían de interés para las otras, pues aquellas nada mostraban a estas. De repente lo muestran todo, destapando el engaño hacia los otros, que de haber sabido del género, hubiesen mostrado real interés, teniendo mucho tiempo para el cortejo. Pero como eso no fue posible, es muy burdo y descarado que los otros muestren repentino interés. En definitiva, ¡¿por qué en primavera/verano estáis tan buenas?!
Todo sin acritud y desde el respeto.
Así me gusta. Creo que es la pregunta menos gallega que has soltado en los últimos tiempos.
ResponderEliminarAtentamente,
La Benemérita (o un 50% de ella)
Parece ser que la primavera despierta esa pasión gallega!! viva!! viva!!!
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