A los toros

Un archienemigo se balanceaba sobre la tela de una ara-aña. ¿Que qué le pasó? Pues que la lluvia comenzó a atizar con fuerza y el agua lo precipitó canalón abajo. Pero cuando ya creía que todo había pasado... Y como te iba diciendo, mañana, qué digo mañana, pasado es mi cumple. No sé lo que me voy a poner ni nada, sólo espero que Tom Dellinger me invite a salir el sábado y al asiento de atrás de su Chevrolet, pero Chevrolet americano, no las mierdas Daewoo que hay aquí.
¡Ay, que sólo quedan dos días para mi cumpleaños! Por lo pronto ya he recibido el primero de los regalos: 10 de mayo. 19:00 horas. Sol-sombra. Tendido bajo 3. Balconcillo bajo nº 1 y 2. En la monumental. La plaza de las plazas.
Mediaba la tarde y se dejaba caer Lorenzo por su costado. Cascabeleaban los hielos en los alrededores. Sonaba el gentío, vestido de domingo y fiesta. En la primera de las tardes de San Isidro los reventas buscaban el golpe y los americanos el chollo. Pipas, caramelos, agua fría, paraguas, almohadillas. La oportunidad recortó, cambió el paso y se coló por la 3ª entrada. Los valientes se hacían a su suerte, que ya se echaba en el burladero, sordo de actividad. Dieron las 7 y el cartelero asomó el aviso: 506 Kg de morlaco. Subiría hasta rondarle a los 600, pero poco, poco se dejaron querer. El lomo montado en el 4º avisaba del devenir de la tarde. Pitos, silencio y ovación altercaron del 1º al 6º. No hubo redención. La fortuna quiso, pero no se atrevió. Frunció el ceño y torturó, como sólo torturan los matadores indecisos de corazón frenético y muñeca blanda. Lo intentaron sin llegar. Llegaron sin la aprobación del respetable y hundieron la cabeza en el pecho. La grande tendría que esperar mejor ocasión.
La corrida languideció hasta las 9. En el 6º de la tarde el estupor asomó a mi conciencia y se depositó en lo más hondo de mi cerebelo. Ahí grabado queda mi primera vez en los Toros. Risa nerviosa en el 1º; esperanza en el 2º e indiferencia hasta el 6º. En el último se vio que querer no siempre es poder. La vida del toro exhumó entre convulsiones y remaches. A la 4ª le anduvo la muerte a acertar. Para entonces yo ya no podía desvivir lo vivido.
Salimos entre el alboroto, el puntillo y el descontento. Los entendidos farfullaban abiertamente. Pero volverán. Volverán para seguir castigando al diestro aciago. Para reprobar al cambio de tercio. Pitarán si no se arrima y callarán si no lo lleva a los bajos.
Y en la tarde de lunes se apretarán las rodillas y las espaldas y todo seguirá igual. Todo menos yo.
Me han hecho el primero de mis regalos y es un regalo con mayúsculas. Para siempre queda quien me acercó al mundo del toro. Muchas gracias, Quique.

1 comentarios:

  1. AY, ay! qué bonito mi arrrrrmaaaa!!! Fue un placer, aunque sobraron pasos. Pocos mueven sólo la muñeca.
    Queda la tarde para la posteridad. Cuánto hay que aprender de los viejos, nos llevan siglos de ventaja acercándose a los lugares que regalan fruta y colándose en la cola de la pescadería: "es que vengo de ahí, pero estaba aquí, ¿sabe usted?". La próxima vez consigues el autógrafo de Uceda!

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